Maricarmen Galindo, la madre de Rocío, un niña mallorquina de 11 años con parálisis cerebral, ha creado junto a su marido, la Asociación de Padres y Madres del Colegio San Vicente de Paul de Inca y la familia de Jaume Estrany, otro niño mallorquín de tres años, también con parálisis cerebral, la asociación ARKA para gestionar 'tapones solidarios', con el fin de ayudar a niños con problemas similares.
La familia de Rocío no podía dar salida a los tapones solidarios, que, en teoría, tendrían que servir para financiar el tratamiento de su hija. Si bien la colaboración ciudadana había sido excelente, no lo había sido tanto la recepción por parte de las recicladoras que, en principio, habrían de hacerse cargo del plástico. "Las cosas se llevan mal, es muy difícil", cuenta. Se tenía que encargar de la recogida de unos tapones que nadie quería. Además, "no daba abasto, con el inicio de curso me iba a ver desbordada", añade. "En Mallorca los tapones los pagan a mitad de precio que en la Península, donde pagan 300 euros/tonelada", explica.
Su intención era entregarlos fuera de la isla. A pesar de que le habían dicho que no había ningún problema, la empresa acabó por no hacerse cargo de los costes del transporte. Así que, finalmente, ha optado por el negocio local aunque con un inconveniente, ahora debe reunir el doble de material. "A 150 euros la tonelada, necesito 100 toneladas" para costear un año de tratamiento, especifica.
Empezó una campaña de recolecta de fondos en septiembre, cuando abrió una página web donde puso un número de cuenta para realizar aportaciones, pero tras ver que para niños como Jaume Estrany funcionó la maniobra del reciclaje, se animó, aunque con poco éxito hasta el pasado jueves cuando se creó ARKA.
La familia de Rocío no podía dar salida a los tapones solidarios, que, en teoría, tendrían que servir para financiar el tratamiento de su hija. Si bien la colaboración ciudadana había sido excelente, no lo había sido tanto la recepción por parte de las recicladoras que, en principio, habrían de hacerse cargo del plástico. "Las cosas se llevan mal, es muy difícil", cuenta. Se tenía que encargar de la recogida de unos tapones que nadie quería. Además, "no daba abasto, con el inicio de curso me iba a ver desbordada", añade. "En Mallorca los tapones los pagan a mitad de precio que en la Península, donde pagan 300 euros/tonelada", explica.
Empezó una campaña de recolecta de fondos en septiembre, cuando abrió una página web donde puso un número de cuenta para realizar aportaciones, pero tras ver que para niños como Jaume Estrany funcionó la maniobra del reciclaje, se animó, aunque con poco éxito hasta el pasado jueves cuando se creó ARKA.
EUROPA PRESS PALMA
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